jueves, 2 de junio de 2011

Diario - Viernes 1 de Abril de 2011

El día de mi cumpleaños hablamos en clase sobre, entre otras cosas, de cómo trata el constructivismo los errores en contraposición a la metodología tradicional.

En la metodología tradicional el error es algo que se penaliza, malo en sí mismo. Cuando un niño se equivoca algunos maestros le ridiculizan delante de sus compañeros con lo que se consigue que el niño no sólo no participe de forma voluntaria, sino que le coja pánico a participar. Cuando yo estudiaba recuerdo a profesores que tiraban de las patillas si no te sabías la respuesta o no la dabas correctamente. Además cada vez que alguien se equivocaba en clase se regodeaban de los errores hasta que se te quitaban las ganas de fallar, más te valía, puesto que ibas a pasar los peores minutos de tu vida.



En el constructivismo, el error está permitido, de hecho es concebido como una oportunidad para el aprendizaje. El alumno confiada de este modo no tiene miedo a actuar puesto que si se equivoca no pasa nada, el profe no le va a echar la bronca ni a ridiculizarlo. En el constructivismo las sanciones provienen desde el mismo alumno, son internas y no externas, no provienen por tanto del profesor sino del alumno que es el que valida y juzga su propio proceder. Los maestros han de tener en cuenta que no se permite el uso de refuerzos negativos, sólo positivos para que los alumnos conserven su autoestima y confianza en sí mismos.

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